viernes, 6 de enero de 2012

Albus Dumbledore vs. Gellert Grindelwald

Si alguien hubiese estado allí, junto a él, no podría haber notado jamás desesperación o duda en aquel mago. El sujeto de larga cabellera rojiza -la cual empezaba a presentar leves hilos de plata- estaba sentado apaciblemente en su despacho, iluminado y contenido por la luz y el calor proveniente de las llamas que ardían en la pequeña chimenea. Sin embargo, el profesor de transformaciones se revolvía en pensamientos.
Jamás había tenido el autoestima tan bajo. Se culpaba por todo lo que estaba sucediendo en el mundo mágico en ese momento, y en parte tenía razón. Toda la comunidad de magos y brujas -incluso él- sabía que era el único capaz de detener el avance del temido Gellert Grindelwald, pero no se atrevía a hacerlo. No era miedo, era incertidumbre. Sabía que Grindelwald poseía grandes poderes mágicos, pero también que no sería un gran desafío para él, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, derrotarlo. Al menos, no en circunstancias normales.
Aquel joven hombre -nadie se hubiese atrevido a calificarlo como “anciano” a pesar estar rondando los setenta años, especialmente en el mundo mágico donde las personas son más longevas que los muggles- colocó su varita en un costado de su cabeza y extrajo un extraño líquido que vertió en un viejo recipiente, una preciada posesión de él desde hacía ya tiempo. Esperó unos momentos a que el líquido se adecuara al pensadero y luego se acerco lentamente.
Sus recuerdos se hicieron -casi- materiales. Allí estaba nuevamente, sentado en un taburete durante la cena de inauguración de clases en Hogwarts, cuando el Sombrero Seleccionador lo envió a Gryffindor. Por primera vez se subía a una escoba, y segundos después se graduaba. Pero el recuerdo que quería revivir no llegó hasta ese momento, e hizo su mayor esfuerzo para quedar en él.
Se encontraba en una casa ni muy modesta ni muy lujosa, y en ella había cuatro personas. Albus se reconoció al instante por su cabellera. El Albus del recuerdo estaba de espaldas, así que el real se colocó a una prudente distancia -como temiendo interferir, aunque no fuera posible- pero siempre teniendo visible los cuatro rostros. Frente a él, discutiendo, había un mago de cabellos rubios con aspecto soberbio y su varita en alto. Pasó un segundo y todo fue caos, de la varita de Grindelwald salio un maleficio que el Dumbledore del recuerdo no tardó en desviar con un rápido movimiento de manos, Albus Dumbledore podía hacer magia sin varita. Pero allí, por primera vez en su vida, sintió odio hacia alguien, así que acto seguido la sacó de su bolsillo, y empezó una peligrosa pelea que tenía como testigo a un solo mago -al menos, a un solo mago consciente-. Y ese mago era Aberforth Dumbledore, el hermano de Albus Percival. el que provocó la pelea, el que deseaba con todas ansias destruir a Grindelwald, pero en medio del conflicto y el ruido, a los tres mgaos se les olvido algo, algom muy importantes.
Ariana, hermana de Aberforth y Albus, era una desgraciada bruja que había quedado traumada por un ataque de niños muggles cuando tenía apenas tres años, tras manifestar indicios de magia. Desde entonces, Ariana era cuidada por su familia para no ser llevada a San Mungo. Su madre la protegió con mucho cariño, pero al morir, no le quedó nadie más que Albus y Aberforth. Todo hubiese ido bien si Albus no hubiese conocido a Grindelwald. Gellert lo sedujo revelándole que la famosa historia para niños que menciona a las Reliquias de la Muerte no es más que una historia basada en hechos reales, y que las famosas reliquias allí nombradas existían. Rápidamente Albus olvidó proteger a su hermana en su obsesión por poseer aquellos objetos que fueron entregados por la Muerte misma, y se vio inmerso en una exhaustiva búsqueda por encontrar la única de las reliquias de la que se conocía su existencia: la varita de Saúco, la varita más potente jamás fabricada, la varita que no podía ser derrotada. Esto hizo que Aberforth dejara de ocuparse de si mismo, ya que sentía un gran amor -fraternal- hacia su hermana, y siempre pensó que fue el único.
La pelea duró apenas unos minutos. Podría haber durado horas quizá, los tres magos eran muy poderosos, pero algo improvisto pasó. El recuerdo del verdadero Albus se vio interferido, como tantas otras veces en que había intentado acordarse de ese momento, y en la imagen siguiente, su hermana estaba muerta, tendida en el piso. Los gritos de Aberforth, a quien Ariana -a pesar de su locura- reconocía como si fuera su madre, hicieron que esta corriera hacia el centro de la batalla, por lo que recibió todo el poder de alguno de los dos- Dumbledore o Grindelwald.
Albus Dumbledore volvió en si mismo y se encontró nuevamente en su asiento. No era que le gustase recordar aquel enfrentamiento, sino que su duda e incertidumbre se debían a una sola pregunta. ¿Había sido él la fuente de la maldición que mató a su hermana? Su última esperanza para revelarla había sido el pensadero, pero había fallado. No había más tiempo, se envolvió con su capa y salió de su despacho con la misma tranquilidad con que salía cada vez que se dirigía al salón de clases.
La oscura figura, recortada por la luz de la luna en los oscuros terrenos que rodeaban el castillo, marchaba erguidamente con dirección a Hogsmeade. Una vez que se supo fuera de la protección que impedía aparecerse y desaparecerse en los límites del colegio, elevó su varita y se esfumó.
Albus Dumbledore se encontraba de pie frente a una antigua pero majestuosa casa -quizás, alguien que no venía de la inmensidad de Hogwarts la hubiese llamado mansión-. Se acercó a la puerta y comprobó que no había protección mágica aparente, como si lo estuvieran esperando. Fiel a sus costumbres y buenos modales, golpeó la puerta dos veces. Allí, mientras aguardaba que la puerta se abriera, sintió por primera vez en muchos años, miedo a hacia alguien.
La puerta se abrió lentamente con un sonido crujiente y Albus vio por primera vez en muchos años a aquel mago por el cual había llegado a sentir un gran afecto, e incluso algo más.
- Albus, pasa.
- Aquí no, Gellert.
- Insisto. Imagino que no querrás manchar tus buenos modales.
Dumbledore entró a la misteriosa casa, y Grindelwald cerró la puerta tras él. Como si supiera donde debía ir, se dirigió hacia la gran sala que había tras una puerta del pasillo principal. Conocía el lugar, lo había visitado cientos de veces. Grindelwald no estaba solo, había gente allí, escuchó roces y movimiento, pero no voces. Albus escogió con cuidado su asiento, el mismo en el cual había escuchado por primera vez la existencia de las reliquias.
- Como pueden ver, caballeros, tenemos visita -dijo Grindelwald con un dejo de satisfacción.
- No vengo de visita, Gellert, y lo sabes.
- Claro que lo se Albus, solo quiero saborear este momento.
Grindelwald se acercó hasta que estuvo nariz con nariz frente a Albus, como provocándolo. Dumbledore pudo ver que el cabello rubio de Gellert continuaba intacto.
- ¿Reconoces esto? -pregunto Grindelwald al tiempo que sacaba de una pequeña pero lujosa caja un trozo de madera -al menos eso habría dicho un muggle-.
Albus hizo su mayor esfuerzo para no demostrar sorpresa, pero no pudo. Tenía a menos de cuatro centímetros de su cara la legendaria varita de Saúco, proveniente de la Muerte. Al igual que con el odio y el miedo, Dumbledore sintió por primera vez la envidia y la codicia, y luchó lo más que pudo frente a este pensamiento.
- Aquí no, Gellert.
- Como gustes, Albus.
La casa ya no los contenía, sino que se encontraban a campo abierto, aunque las personas que se encontraban en la sala también habían llegado. A la luz de la luna llena, Dumbledore pudo ver quienes eran. Por primera vez, Dumbledore se sintió confundido.
El primer rostro que vio fue el de su hermano, Aberforth. Al igual que todos los demás, estaba atado con sogas mágicas y le habían lanzado un hechizo para quitarle el habla. Disimulando su sorpresa, fue recorriendo con la mirada a cada una de las personas que se encontraban allí. McGonagall, Hagrid, y otras personas que, supuso, deben haber estado del lado de Grindelwald.
- Testigos. Supongo que querrás que todos sepan que venciste al temible Grindelwald, para aliviar tu ego y calmar tu sed de fama. ¿O me equivoco, Albus?
Pero Dumbledore no estaba escuchando. Su mirada estaba detenida en algo que lo hizo explotar de rabia.
- Aunque, naturalmente, no todos vivirán para contarlo.
Dumbledore estaba viendo el cuerpo de su hermana, Ariana, tirado como si fuese una cosa, en el suelo. Grindelwald, previendo el choque entre ambos, había robado el cadáver y lo había conservado intacto a fuerza de hechizos. Una nube se posó debajo de la luna, como tratando de que no vea lo que iba a suceder.
Los dos magos más poderosos del mundo habían levantado sus varitas. Grindelwald, confiado por tener la varita de Saúco, y Dumbledore, cegado por el odio. Sendas varitas emitieron una potente luz dorada. Los hechizos colisionaron; uno de desvaneció, y el otro continuó su camino, casi impactando en el objetivo, pero Grindelwald fue lo sificientemente hábil para desaparecer y reaparecer detras de Dumbledore entonces grindelwald agito su varita y de esta salio una cuerda negra cubierta de fuego verde que iba directo a Dumbledore para tratar de atarlo y ahorcarlo, pero esta antes de siquiera toque a Dumbledore se transformo en una nube de gas  muy brillante y solida, que al tocar el cuerpo de Dumbledore el hechizo rebotó y fue directo a Grindelwald y este invocó un hechizo de protección  inventado por el, este hechizo era tan poderoso que cuando la nube de gas impacto con la barrera de protección hubo una explosión tan fuerte que el suelo donde colisono el la nube de gas y la barrera de protección quedó hecho añicos, parecia como si una granada hubiese explotado entre Dumbledore y Grindelwald solamente que no habia fuego, pero si ondas expansivas muy potentes, las cuales hicieron que Dumbledore salga despedido por los aires y con la frente, nariz y labios sangrando, pero en lo que respecta a Grindelwald no tenía ni un solo rasguño, entonces Grindelwald al ver esto penso que Dumbledore iba a desaparecer, por lo cual realizo un hechizo anti-desaparición, pero a Dumbledore escapar ni siquiera se le habría cruzado por la mente escapar, lejos de eso volo en dirección opuesta directo a Gridelwald, entonces Dumbledore agitó su varita y de esta salió un hechizo de color negro el cual Grindelwald percibió con mucha dificultad, y cuando quizo protegerse ya era muy tarde, el hechizo le impacto en la cara, lo cual provoco que Grindelwald gritara muy fuerte y dolorosamente, al mismo tiempo que salia volando por los aires con una expresión de terror en su cara y el cuerpo contorneado en una posición horrible a la vista, parecia que el hechizo hubiese provocado que todos los huesos y musculos de Gridelwald se hubiesen despedazado y quisieran salir del cuerpo de Grindelwald, Dumbledore penso que ya tenia la pelea ganada pues Dumbledore había inventado este hechizo y no creia que Grindelwald supiera el contrahechizo, además este hechizo tambien te dejaba sin habla y obviamente sin poder moverte, pero en ese instante ocurrio algo que hizo que Dumbledore se estremeciera, Grindelwald no solo sabia el contrahechizo, sino que lo estaba realizando tambien como si sus brazo estuvieran libres y en perfectas condiciones, con la diferencia que este no estaba moviendo ningún músculo ni tampoco su varita que aún se encontraba en su mano, todo esto sucedio muy rapido, lo suficiente para darse cuenta de lo que ocurria, y Dumbledore quizo realizar otro hechizo aún mas poderoso, pero fue muy tarde, Grindelwald ya se había liberado del hechizo y habia lanzado la maldición avada-kedavra contra Dumbledore, pero este último reaccionó a tiempo para lanzar otro hechizo de color rojo que impacto contra el hechizo de Grindelwald provocando una especie de priori-incantatem muy poderoso que hizo que tanto Dumbledore como Gridewald pensaran que la tierra abjo sus pies estaba temblando muy levemente, este priori-incantatem se mantuvo vivo por lo menos unos 30 segundos, y antes de que Dumbledore pudiera darse cuenta Grindelwald habia cambiado repentinamente de hechizo, esta ves de la varita de Grindelwald habia salido una luz plateada muy brillante que paso por entre el hechizo de Dumbledore y lo que quedaba del avada-kedavra de Grindelwald, impactando directamente en la varita de Dumbledore, que salio despedida por el aire dirigiendose directamente a Grindelwald, el cual cogio la varita de Dumbledore en el aire, entonces Grindelwald rio burlona y maliciosamente y dirigio sus ojos directamente a los de Dumbledore.
-hechizos y encantamientos silenciosos - exclamo Grindelwald con burla y maldad en sus palabras-, consideré que iba a ser muy util aprender a realizarlos,   como  veras Dumbledore me he vuelto mas fuerte de lo que tu te imaginas.
Dumbledore no dijo nada había puesto los ojos en algun lugar fuera de la contienda hasta que despues de unos segundos exclamo:
-muy habil de tu parte Grindelwald -dijo Dumbledore tanquilamente- pero debo decirte que fue inutil.
Gridelwald miro con sorpresa a Dumbledore.
-estas perdido Dumbledore no te salvará tu palabrería barata-dijo burlonamente-
-eso crees -dijo dumbledore con astucia y con una peculiar sonrisa- creo de deviste quedarte un año mas en Durmstrang y averiguar como hacer magia sin varita.
la cara de Grindelwald cambio de una risa silenciosa a un miedo repentino.
-estas loco Albus-dijo Gridelwald mirandolo a los ojos-eso es imposible.
-eso crees Gellert-los ojos de Dumbledore se habian puesto muy brillantes a la luz de la luna-entonces como te explicas que antes de entrar al colegio pudiste robar el anillo de tu abuela haciendolo volar magicamente hasta ti.
en la cara de Grindelwald aparecio una expreción de temor por primera vez y dijo con desesperacion:
-esa es una magia muy fácil de realizar, cualquira podria hacerla sin necesidad de varita, pero ganarle a el hechicero mas grande de todos los tiempos sin varirta es imposible Albus.
-estas asustado Gellert puedo perdonarte si en este momento dejas caer las varitas y te entregas tu mismo.
-me crees imbecil Albus -dijo Grindelwald otra ves con con una mirada burlona y victoriosa ala vez- ya comprendí lo que querias hacer, me quieres impresionar verdad, no servira de nada.
Dumbledore volvio a reir.
-Estas equivocado Gellert esa no era mi intención -dijo dumbledore rapidamente-
-No importa ya -dijo gellert - yo te quite tu varita, ya te habras dado cuenta de que puedo hacer a la perfección hechizos silenciosos y que ninguno de tus hechizos me prodra hacer un daño de verdad, ya que todos los hechizos poderosos que inventaste los hiciste cuando aun eras mi aliado y por esa razón es que sabia cual era el contrahechizo para la maldición que me lansaste, nunca creí que te atrevieras a usar el hechizo " deformun durmek" contra mi no creo que tus amigos aqui presentes esten orgullosos de que hayas usado una maldición tan oscura como esa contra mi.
Dumbledore aun seguia con la sonrisa en sus labios.
-Tu imposibilidad de creer que siempre tiene uqe haber alguien por encima de ti sera tu perdición.
hasta ese momento las cosas ya habian llegado demasiado lejos para Grindelwald y no iba a permitir que le dijeran que el no era el hechicero mas grande del mundo, asi que lanzo unos de sus hechizos mas poderosos contra Dumbledore, pero este para su sorpresalo rechazo usando solo las manos y antes de que pudiera demostrar su sorpresa Dumbledore le lanzo otro hechizo con la misma potencia que el de Grindelwald el cual tambien fue rechazado y asi se reinicio  la contienda con hechizos y maldiciones que parecian que nunca se iban a terminar, hasta que luego de unos minutos Grindewald se dio cuenta de que Dumbledore no le estaba lanzando maldiciones poderosas y que solo intentaba protegerse, entonces Grindelwald penso que Dumbledore no podia hacer magia muy poderosa con las manos, asi que aunque le llevo un poco mas de tiempo realizar este hechizo utilizo una vez mas la maldición avada kedavra, con la cual le dio la victoria a Dumbledore porque le tomo un poco mas  de un segundo realizarla y a Dumbledore le dio el tiempo suficiente para lanzar un hechizo muy poderoso que cuando choco directamente con el avada kedavra de Grindelwald hizo que la maldición cambiara de ruta y que fuera impactar con un árbol el cual quedo hecho añicos, mientra que el hechizo de Dumbledore se desvaneció, pero mientras Grindelwald miraba lo que sucedia sorprendido por una fracción de segundo, Dumbledore le arrebato las varitas utilizando el hechizo expelliarmus (no verval) con sus manos, y Grindelwald vio como las dos varitas que tenia en las manos iba directamente a Dumbledore, Grindelwald al ver lo que ocurrio trato de desaparecer, pero el mismo había puesto antes un hechizo anti-desaparición y no pudo hacerlo, entonces algunos seguidores de Grindelwald trataron de escapar, mientra que otros fueron volando directo a Dumbledore pero este les lanzo a todos un hechizo paralizador con la varita de sauco, la cual incremento sus poderes muy considerablemente, tanto que paralizo tambien a los que querian escapar y a Gridelwald, luego desato a sus amigos y entonces quito el encantamiento anti-desaparición, y tanto el como Grindelwald,  sus seguidores los mas fieles amigos de Dumbledore desaparecieron y un segundo despues la puerta del despacho del profesor de transformaciones se abrió lentamente, y Dumbledore entró con la misma tranquilidad con que lo hacía después de dar clases. Se quitó la capa y se sentó en su silla. El fuego aún ardía. Pasaron unos segundos hasta que la puerta volvió a abrirse. Era el ministro de la magia, notablemente feliz por lo que acababa de pasar. Se sorprendió al ver que Dumbledore, una persona tan alegre, no emitía emoción alguna.
- Albus… en nombre del ministerio quería agradecerte por… bueno no hace falta que te relate lo que ya sabes… ¡Mañana empezaremos a tramitar tu Orden de Merlín de primera clase! Albus…
Los ojos de Dumbledore seguían perdidos en algún lugar de su escritorio, como si estuviera esperando algo. Al no obtener respuesta, el ministro cerró la puerta, pero volvió a abrirla rápidamente.
- Ah, otra cosa. Estuvimos analizando tu petición y la aceptamos. No daremos la pena de muerte a Grindelwald, sólo lo encerraremos de por vida en Nurmengard.
El profesor alzó sus ojos y los posó en la cara del ministro. Contestó con una sonrisa, una sonrisa que valió más que mil palabras. El ministro salió rápidamente del despacho.
Dumbledore contemplaba atentamente la varita que había sobre el escritorio, la varita de Saúco, que ahora le pertenecía a él por haber vencido a su antiguo dueño. Volvió a posar la mirada en aquel punto abstracto de su escritorio, tomó la varita y con un leve movimiento hizo aparecer otra en aquel lugar. No era su varita anterior, sino la de Grindelwald, la que había utilizado el día en que murió Ariana. Lo que estaba por hacer, podría haberlo hecho con su -a esta altura, antigua- varita, pero no se atrevía, por algún motivo se sentía más seguro haciéndolo de esa forma. Claramente nervioso tomó la varita de Grindelwald y con la varita de Saúco realizo el Priori Incantatem. Lentamente vio pasar todos los hechizos realizados por Grindelwald, y todas las víctimas que se había cobrado. Cuando Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore vio el cuerpo de su hermana salir de la varita, se sintió aliviado, y nadie podría negar que se lo merecía, habia comprobado que el no habia matado a su hermana Ariana, y ademas se había convertido en el hechicero mas grande del mundo en la acutalidad, y sintio por primera ves desde hace 50 años que había hecho lo correcto.

1 comentario:

  1. Quiero testificar de este gran lanzador de hechizos de muerte. Este gran hombre me ayudó a lanzar un hechizo de muerte a mi malvado padrastro y en solo 24 horas el hombre malvado tuvo un accidente de motor y murió. Todo gracias a este gran lanzador de hechizos de muerte llamado dr oselumen. Usted también puede contactarlo ahora para un hechizo de muerte urgente lanzado a cualquier persona a través del correo electrónico droselumen@gmail.com, llamarlo o agregarlo en whatsapp +2348054265852.
    póngase en contacto con el Dr. Oselumen hoy para cualquier hechizo, hechizo de caso judicial, hechizo de amor, hechizo de dinero, hechizo de liberación, hechizo de curación, hechizo para eliminar la magia negra de su vida, familia y problema matrimonial.

    ResponderEliminar